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martes, 2 de febrero de 2016

¿Quíen Tiene la Sarten por el Mango?

Luis de la Rasilla

El señor Rajoy, sin duda. Ergo, o decide gobernar él, con los votos de CIUDADANOS y las abstenciones que necesite del PSOE -ya se verá en qué condiciones-, o los ciudadanos -y esto, como el lector deducirá del razonamiento que sigue, es harto improbable- volveremos a ser convocados a los comicios. Es la lógica del poder y voy a explicarlo.

Olvidemos por un momento los mensajes capciosos e interesados con los que todos los partidos políticos nos abruman. Y es que -parafraseando una vieja crónica de un hijo mío que no puede enseñar en España, pero sí ser profesor de derecho y relaciones internacionales en una universidad londinense- frente al callejón sin salida del actual modelo de democracia representativa, que propicia una democracia exclusiva y excluyente, secuestrada y sistemáticamente hecha el objeto de abusos deshonestos por parte de esas máquinas de marketing ideológico que son los partidos políticos; frente a la figura del resabiado mercachifle del pasteleo, encorbatado -ya no todos, lo que por ahora parece el único cambio visible en nuestro panorama político- animal burlesco que recorre los pasillos del Congreso y del Senado haciendo de la política el desconsuelo de los justos; frente a la gélida conjura del nuevo y viejo patriciado, controlador absoluto del pensamiento público, persuadido de su inoponible superioridad ante la apatía estulta y materialista de la mayoría de los ciudadanos y frente, incluso, al despreciativo sofisma del intelectual con piel de cordero... ¡qué lejos queda aún la democracia! Esa que debe ser protagonizada por los ciudadanos en la que la política no siga siendo, como decía Heidegger del Hombre, "un ser de lejanías". Sí, démonos un homenaje haciendo caso omiso de ellos y pensando por nuestra cuenta.

Como, guste o no, España se encuentra en una situación que, por resumir, calificaré de emergencia nacional, la lógica del poder tendrá en las próximas semanas la siguiente andadura. Mañana martes, Felipe VI invitará al líder del PSOE a formar Gobierno y lo hará, entre otras razones, porque así se lo pedirá el mismísimo presidente en funciones. ¿Qué los populares se van a arriesgar a que el Sr. Sánchez lo logre con el apoyo de PODEMOS y sus aliados independentistas o no? Sí, porque en realidad no arriesga nada. Fíjense bien. El PP, CIUDADANOS y todos nosotros asistiremos en directo al descalabro político de alguien al que su ambición le impelió a asumir a destiempo el reto de liderar un partido centenario y con voluntad de permanencia. Y no me refiero al fracaso al que pronto abocaría tal alianza gubernamental contra natura. Sí, el del intento de afrontar el prometido cambio que, ¡ojo!, demanda nada menos que la reforma constitucional, sin el apoyo de un PP con mayoría en el Senado y minoría de bloqueo en el Congreso. Hablo del calvario de una negociación con luz y taquígrafo sin salida. Con un partido que, desde que conoció los resultados electorales, aplica con rigor una endiablada lógica con la que sólo puede recolectar beneficios: como los poderes fácticos no nos dejaran gobernar forcemos la repetición de la consulta electoral, asimilemos -ahora sí, a IZQUIERDA UNIDA- y asumamos el liderazgo de la oposición, que es lo que toca.

¿Y el rey? ¿Por qué iba el monarca acceder a esa pretensión del Sr. Rajoy que amenaza la unidad de España, pone en serio aprieto al régimen monárquico y, sobre todo, da al traste con la estabilidad política y económica que exige la confluencia unánime de los poderes fácticos? Simplemente porque no es así. De entrada, la Corona, que se vería reforzada con esa decisión ante los millones de ciudadanos que apuestan por el cambio y se la tienen jurada, dispondría in extremis de la garantía que, hoy por hoy, sólo puede brindarle el presidente del Gobierno en funciones. Un comodín -como digo, a todas luces innecesario- que se resumiría con la siguiente frase que, ¡nadie lo dudé!, pronunciará con solemnidad D. Mariano Rajoy: Majestad, estoy en condiciones de asegurarle que, llegado el caso, yo y mi partido posibilitaríamos el Gobierno del PSOE en condiciones mucho más ventajosas -imposibles de rechazar por la ejecutiva socialista- que las que D. Pedro Sánchez hubiese logrado negociar con los enemigos de la monarquía, los rehenes de los independentistas y contra quienes arriesgan a que se prosiga por la senda de la estabilidad que iniciamos hace cuatro años con el sacrificio de los ciudadanos.

En definitiva, -y vuelvo a parafrasear a mi hijo- para que la democracia no continúe siendo "... un cuento narrado por un idiota lleno de sonido y furia que no significa nada" -"Life is a tale told by an idiot full of sound and fury meaning nothing"- como exclamaba, refiriéndose a la vida, el desesperadamente lúcido Hamlet en el último acto, más vale no hacerse falsas ilusiones e ir prestando oídos a la inexorable lógica del poder. Y si no, al tiempo.
Luis de la Rasilla es doctor en ciencia política, coautor de Democracia vergonzante y ciudadanos de perfil, Comares, 2002 y autor de una reciente e.novela de texto titulada www.noticiadeunamanecerfugaz.es
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